Casi todo el mundo piensa en el Caribe cuando se nombra México, yo os puedo decir que no cambiaría nada de lo que vivimos en la capital y alrededores por ir a la playa. Tengo la sensación de que los "resorts" están genial, pero en realidad son un mundo de "mentirijillas". Nosotros nos pateamos el "DF" (ahora Ciudad de México) el día de Domingo de Ramos, ni más ni menos, y descubrimos otra cultura, otro mundo y otra forma de vivir.
Para alojarse en la Ciudad de México y no jugártela, lo más recomendable es la Zona Rosa, un barrio estupendo con restaurantes y bares por todas partes y a orillas del Paseo de la Reforma, otra maravilla en sí misma. Nosotros estábamos enfrentito del Ángel de la Independencia, todo un símbolo para los mexicanos. Y aunque a los autóctonos les pareciera una locura, nos caminamos todo el Paseo de la Reforma para llegar al Zócalo.
| Catedral Metropolitana |
| Templo Mayor |
Otra de las joyas es el Museo Nacional de Antropología. Tienes que ir con fuerza y con energía, pero es parada obligatoria. Yo recomendaría ir primero al museo antes de ir a ver todo lo relacionado con las civilizaciones precolombinas, a nosotros nos sirvió para entender todo lo que vimos después en las excursiones en los alrededores de la ciudad, pero eso será otro post.
En el Bosque de Chapultepec te puedes perder, por eso a los niños los llevan con correa (de verdad), pero es una maravilla. Nosotros nos dimos un buen paseo y visitamos el castillo que es el Museo Nacional de Historia. Allí, entre muchas cosas, aprendimos que el actual Paseo de la Reforma, fue mandado construir por el Emperardor Maximiliano I para unir el Castillo con el centro de la ciudad y que lo nombró Paseo de la Emperatriz. En Chapultepec además del Museo Nacional de Antropología está el zoo, hay lago, múltiples fuentes ornamentales, el Obelisto a los Niños Héroes, la Casa del Lago, Museo de Arte Moderno, etc.Por último, para no hacer demasiado largo este post, tengo que decir algo de la Basílica de Guadalupe. Acudimos "un poco obligados", no profesamos mucha devoción, pero no nos parecía bien irnos sin conocer el santuario. Una vez allí, no teníamos ganas de irnos. Es un santuario compuesto por varios edificios y jardines que te dejan anonadado. Destaco el Templo del Pocito porque es una joya por dentro y por fuera, pero en realidad, hay que verlo enterito.
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