Las Canarias son, efectivamente, las islas afortunadas. El clima es magnífico, el paisaje es estupendo y la gente es amabilísima. Antes de poner un pie en Tenerife, ya tenía la intuición de que me iba a gustar, pero una vez allí...
no me quería volver, la verdad.

En este primer viaje a las Canarias visitamos solo la isla de
Tenerife, pero no nos aburrimos ni un poquito. La isla es tan extraordinaria que no nos importaría volver, aunque, en principio, el objetivo es conocer otras islas. En esta ocasión intentamos visitar todo: el
Loro Parque, el
Parque Nacional del Teide,
Candelaria, los acantilados de los
Gigantes (¡en barco1), S
an Cristóbal de la Laguna, el
Macizo de Anaga,
Icod de los Vinos, el
Jardín Botánico, el
lago Martianez,...
Yo recomiendo muy encarecidamente la visita al
Macizo de Anaga, la parte más estrecha de la isla. Tengo la sensación de que no es una zona muy visitada, en comparación con el Drago Milenario o el Teide, pero desde luego que merece la pena. Alquilamos un "cochito" como dicen ellos (nota mental, mirar bien qué carburante te echan) y con cuidado, lo atravesamos.
El Macizo de Anaga es como entrar en otro mundo, es un
bosque de laurisilva en el que hace fresquete y en el que ves pasar las nubes y cambiar el tiempo en segundos.
También recomiendo la visita guiada a
San Cristóbal de la Laguna, más conocido como simplemente La Laguna. Tuvimos que esperar un poquito para la visita y nos retrasó todo el plan del día, pero ¡mereció la pena! Nos encantó poder pasear por una ciudad monumental, extraordinaria, cosmopolita. La vegetación forma parte de la ciudad tanto como los propios edificios. Por cierto,
aconsejo una chaquetita o una sudadera, misteriosamente, en La Laguna, también refresca.
Esta ha sido nuestra primera aventura canaria, pero aseguro que no será la última.
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